En el ámbito al que nos referimos, el hecho más significativo en los últimos veinte años ha sido la consolidación de internet y el surgimiento de nuevas expresiones mediático-culturales. Una circunstancia que ha suscitado la mirada coral de la academia iberoamericana, en ocasiones a partir de la creencia de que una realidad nueva se analiza con herramientas nuevas, por lo que sería posible trabajar desde una cierta amnesia teórica de lo pensado hasta la fecha. Son muchos los discursos posibilistas y admirativos sobre internet, en los que se descuida el análisis de sus manifestaciones constructivas y de las prácticas sociales derivadas, así como el peso que estas tienen en los procesos de innovación. Tales carencias se camuflan con una retorica complaciente, especie de filosofía de acompañamiento de la moda tecnológica.
Son muchos los retardos de partida que oscurecen la realidad de internet en las naciones iberoamericanas, circunstancia que se hace critica en el plano de la producción de contenidos de valor añadido. En el ámbito académico, por ejemplo, abundan los minifundios que ponen fachada a las universidades e instituciones académicas, pero no se hace visible, de forma significativa, una expresión clara del conocimiento que en ellas se destila. Este raquitismo en la producción de contenidos tampoco ha sido compensado con propuestas asociativas del conocimiento cobijado bajo el paraguas de una geografía lingüística común. Del mismo modo que las revistas científicas de expresión española y portuguesa se subordinan a la hegemonía anglosajona, por una lógica que magnifican por los propios sistemas de evaluación académica, en internet tampoco pueden referirse expresiones competitivas, complementarias, reforzamientos o manifestaciones de excelencia, a pesar de producirse en un escenario académico tan extenso. Por el contrario, destacan las atomizaciones, el voluntarismo y las acciones que no marcan relieves en la cartografía del conocimiento.
Volvamos a los medios. La corriente que aborda lo que en España se da en llamar .periodismo digital. Y, en general, las manifestaciones mediáticas a través de internet, está definida más por su especialización que por aspectos doctrinales. Acomete el objeto de estudio como si se tratase de una realidad aislable y autónoma del resto de las expresiones mediático-culturales. Internet y el periodismo digital son presentados
Como integrantes de un conjunto autorreferente, objeto de análisis aparentemente novedosos, sobre los que se quieren fundar, a través del encriptado teórico de lo obvio, las bases de un pseudoparadigma digital.
Una prolongación especializada, cabe colegir, de la literatura posibilista que, a modo de filosofía de acompañamiento, ilustro el discurso tecnocéntrico de las últimas décadas del pasado siglo.
Es común, entre quienes están en el secreto del nuevo escenario de la comunicación, partir de una visión posibilista, que anticipa las bondades máximas del nuevo modelo sobre escenarios de futuro en los que, probablemente, hayan variado los estándares tecnológicos. Al tiempo, se refieren oportunidades y amenazas desde una óptica tecno céntrica, casi siempre a mayor gloria de una sociedad redimida por la comunicación.
La lógica de la historia queda mitigada y, con ella, las relaciones de poder y las tensiones sociales. Así, es frecuente descubrir, cuando se habla de la llamada brecha digital, que es presentada como un problema sin historia previa, sin contexto, como si las desigualdades sociales o las contradicciones del sistema hubiesen nacido con la irrupción de los estándares digitales, o como si los alumbramientos de progreso e innovación viviesen exclusivamente de las modas del mercado que acompañan A los ciclos tecnológicos. No extraña, por ello, que buena parte de estas visiones tengan un carácter prospectivo-descriptivo, esto es, de narración anticipada de las posibilidades tecno-comunicacionales en lo por venir.
Entre las contradicciones mostradas con la explosión de este no-pensamiento
O, en el mejor de los casos, pensamiento débil, cabe destacar dos más relevantes.
1. Ante una transformación de las extensiones tecnológicas de la comunicación sin precedentes, cuando las practicas mediático-culturales ocupan un tiempo social y una centralidad extraordinarios, la reflexión apenas abandona la estela del resplandor tecnológico, con predominio de la complacencia y las descripciones admirativas. Esto es, un pensamiento seducido y con afán de seducir.
2. Aun cuando esta corriente valora positivamente el atributo integrador de los nuevos usos tecnológicos, sus prácticas constructivas del conocimiento parecen huir del pensamiento multidisciplinar y de la propia riqueza de la cultura en red, recluyéndose en comunidades autorreferentes, en minifundios del saber.
Extraído del libro: Pensamiento Comunicacional Latinoamericano. Entre el saber y el poder. De José Marquez de Melo.
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